A menos que se indique lo contrario, todas las pistas musicales están sujetas al menos a un subtipo de licencia, como la licencia Creative Commons. El objetivo de las licencias musicales es proteger los derechos del compositor y del artista.
Si el propietario de los derechos de autor de una canción no le permite utilizar su música en sus contenidos o documentales, ya sea para uso personal o comercial, correrá el riesgo de enfrentarse a graves infracciones de los derechos de autor. En tales casos, el propietario de los derechos de autor puede bloquear su contenido, lo que significa que no podrá recibir más visitas, silenciar el audio de su contenido o monetizarlo.
Por eso, si quiere añadir música a sus vídeos de Facebook, streams de Twitch, posts de Instagram, contenidos de YouTube o proyectos comerciales, no debe dar por sentada la concesión de licencias musicales. La música con licencia requiere un pago cada vez que se reproduce. Por eso, la mayoría de los profesionales optan por utilizar música sin licencia.
La música sin licencia
no exige realizar un pago cada vez que se utiliza una canción en un proyecto creativo o se reproduce de fondo en los vídeos.